La narcolepsia es un trastorno del sueño que se puede manifestar de varias formas, pero especialmente mediante una somnolencia excesiva durante el día que puede derivar en lo que se conocen como ataques de sueño, momentos en los que el deseo de dormir resulta irreprimible para el paciente y que pueden durar pocos minutos, o alargarse a más de una hora.

Su causa fundamental ha sido descrita en los últimos años, y se debe a un déficit de hipocretina, que es una sustancia neurotransmisora.

Desde que aparecen los primeros síntomas hasta el desarrollo completo del síndrome pueden pasar hasta 20 años. El resto de síntomas que acompañan a esta enfermedad son las alucinaciones y la interrupción del sueño nocturno.

Es una enfermedad muy invalidante, con alteración importante de la calidad de vida de la persona que la sufre.

Se cree que el síndrome narcoléptico está asociado a una predisposición genética, ya que se ha visto la relación entre la enfermedad y el HLA-DR2, por lo que influyen los antecedentes familiares. Así, las personas que tengan familiares de primer grado con narcolepsia tienen un riesgo hasta 40 veces superior de padecer este trastorno que el resto de la población.

Lo que sí se ha comprobado es que ciertos factores ambientales como el estrés, las infecciones, los cambios hormonales, un trauma emocional, problemas en el funcionamiento del sistema inmunitario… pueden desencadenar o agravar la narcolepsia mediante la activación anómala de las células linfocitarias que atacarían bien las células productoras de hipocretina bien sus receptores.

Aquí nombramos algunos de sus síntomas:

  • Crisis de sueño diurno:el paciente permanece somnoliento y alertargado durante el día, y presenta varios episodios de sueño, repentino e intenso. Puede dormir­se a cualquier hora del día, y en cualquier situación, ya que la entrada en el sueño puede ser tan brusca que el paciente no se da cuenta de que se duerme, y esto puede suponer caídas y accidentes.
  • Crisis de cataplejía:las crisis de cataplejía consisten en una brusca relajación muscular, sin pérdida de conciencia, desencadenada por un estímulo como la risa, emociones intensas como el miedo, el enfado o la alegría, o por realizar movimientos bruscos; pero también pueden ocurrir sin que exista ningún factor desencadenante.
  • Alucinaciones hipnagógicas:se trata de experiencias muy reales (imágenes y sonidos), que se producen cuando la persona pasa de la vigilia al sueño. El paciente tiene dificultades para distinguir las alucinaciones de lo que es real, por eso resultan tan inquietantes.
  • Parálisis del sueño:consiste en la incapacidad para moverse o hablar durante un breve periodo de tiempo al despertar o al quedarse dormido. La parálisis del sueño se puede presentar de forma aislada, sin relación con los otros síntomas de la narcolepsia, y se da principalmente en la adolescencia.

El diagnóstico de narcolepsia se basa en los datos clínicos, es decir, en los síntomas que presenta el paciente (excesiva somnolencia diurna con cataplejía), y es su médico el que debe determinar si se trata de esta afección, teniendo en cuenta factores como su edad y la etapa en que se encuentra la enfermedad; así, el inicio de ataques de sueño durante la adolescencia, con episodios de cataplejía, puede orientar al diagnóstico.

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