Por primera vez un estudio científico riguroso ha estimado el efecto de la dieta mediterránea en el riesgo de infartos e ictus. Esta investigación española, publicada en el New England Journal of Medicine, ha sido considerada tan notable que se cree que podría cambiar ciertos patrones nutricionales.

Concluyendo que un 30% de los ataques cardíacos, ictus y muertes por enfermedad cardiovascular podrían prevenirse con una alimentación típicamente mediterránea, rica en aceite de oliva virgen extra y/o en frutos secos. Incluso se puede tomar un vaso de vino en las comidas. Con esta dieta se disminuye la inversión de dinero en medicamentos y resulta beneficioso el tratamiento, y sin sus efectos secundarios.

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