El nombre del virus se debe al río Ébola, geográficamente ubicado en Zaire.

Existen cinco serotipos del virus del Ébola: Ébola-Zaire, Ébola-Sudán, Ébola-Costa de Marfil y Ébola-Bundibugyo. El quinto serotipo, el Ébola-Reston, ha causado enfermedad en los primates, pero no en humanos. Es una infección que se caracteriza por una alta tasa de mortalidad, que oscila entre el 50% y el 95% de los afectados.

Debido a su naturaleza letal, este virus es considerado como un arma biológica.

La prevalencia del ébola es difícil de determinar, porque suele presentarse en forma de brotes o epidemia, sin embargo, en países como Estados Unidos la infección por este virus no es endémica, aunque existen registros de varias personas que trabajan en contacto directo con primates y que han adquirido la infección por el tipo Ébola-Reston; afortunadamente, este tipo de virus no ha demostrado efectos patogénicos en seres humanos. Otras personas en riesgo potencial son los trabajadores de laboratorio que trabajan con animales infectados o con cultivos del virus en tejidos.

Actualmente, se considera que las personas en riesgo de contraer fiebre hemorrágica por virus del Ébola son aquellas con antecedentes de viajes a África subsahariana, las personas que cuidan a los pacientes infectados, así como los trabajadores que se encuentran en contacto con primates infectados de origen africano.

El virus del Ébola está considerado como sumamente infectivo, debido a su alta tasa de mortalidad, la rapidez con la que provoca la muerte y las zonas remotas donde se producen las infecciones. Se transmite a los humanos a través del contacto con un animal huésped infectado vivo o muerto y se disemina de persona a persona por el contacto con la sangre, tejidos, secreciones y los fluidos corporales del sujeto infectado, y por el contacto con equipo médico contaminado, tales como agujas.

Las infecciones por virus del Ébola son agudas y no existe el estado de “portador”.

Debido a que el reservorio natural del virus es desconocido, la manera en que el virus aparece por primera vez en un ser humano en el inicio de un brote no se ha determinado aún.

La transmisión nosocomial se refiere a la propagación de una enfermedad dentro de un centro hospitalario, este tipo de transmisión ocurre con frecuencia durante los brotes de virus del Ébola. En la mayoría de los centros de salud de África los pacientes son atendidos sin mascarilla, batas o guantes. Además, cuando las agujas o jeringas que se utilizan pueden no ser del tipo desechable, si se contaminan con el virus y luego se vuelven a utilizar, muchas personas pueden ser infectadas.

De hecho, si se produce la muerte del afectado por el virus, el protocolo indica que no se le puede realizar la autopsia por el alto riesgo de contagio por los fluidos de la víctima, por lo que deberá ser incinerado.

Fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares son algunos síntomas de la infección por ébola.

El período de incubación de esta enfermedad oscila entre dos y 21 días, después de los cuales ocurre el inicio de los síntomas del ébola, aunque lo más habitual es que aparezcan entre el octavo y el décimo día: Fiebre alta y repentina; diarrea, vómitos y dolor de estómago; dolor de cabeza; molestias en las articulaciones y fuertes dolores musculares; dolor de garganta y debilidad generalizada; aparición de una erupción rojiza en la piel; ojos rojos; entre otras complicaciones.

La razón por la cual algunas personas son capaces de recuperarse de ébola y otros no sigue siendo un misterio para los científicos.

Un hemograma puede ayudar a detectar la presencia del virus del Ébola en la sangre.

Existen exámenes de laboratorio específicos que permiten detectar la presencia del virus del Ébola en la sangre o en el suero, sobre todo en la fase aguda, como lo es la determinación del ARN genómico o subgenómico; sin embargo, la técnica más común para determinar la infección por este virus es la detección de Anticuerpos IgM e IgG por el método ELISA de captura o sándwich, esta técnica es una prueba inmunológica que está basada en la captura de los anticuerpos presentes en el suero del paciente cuando reaccionan con una proteína del virus fijada a un pocillo de una placa rectangular de poliestireno, un tipo especial de plástico.

El paciente de ébola puede requerir la administración por vía endovenosa de líquidos.

Actualmente no existe ningún medicamento dirigido a combatir el virus del Ébola, por lo tanto solo se puede realizar tratamiento sintomático o medidas de apoyo. Entre ellas tenemos: para la fiebre, administrar Acetaminofén, nunca tomar Aspirina. por el riesgo que existe de manifestaciones hemorrágicas; también se debe ingerir abundantes líquidos para evitar la deshidratación y guardar reposo en cama.

Si el paciente tiene manifestaciones hemorrágicas requerirá la administración por vía endovenosa de líquidos, así como concentrado de plaquetas, factores de coagulación o de transfusiones de sangre si existen pérdidas importantes.

Debido al virulento brote de Ébola-Zaire que tuvo lugar en África Occidental, se procedió a tratar a algunos pacientes con un suero experimental conocido como ZMapp. Otras compañías farmacéuticas trabajan desde entonces a contrarreloj para dar con la cura o una vacuna efectiva para luchar frente este virus. Mientras, a algunos enfermos se les administró, con resultados positivos en algunos casos, suero hiperinmune (plasma sanguíneo) obtenido de pacientes que han conseguido superar la enfermedad, por lo que su sangre ha generado anticuerpos para combatir la infección.

Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el control y prevención del virus del Ébola se basa en tres pilares fundamentales:

  • Controlar la infección en animales: actualmente no hay vacunas dirigidas a prevenir la infección por virus del Ébola-Reston en animales, es por ello que se deben aplicar métodos químicos de desinfección utilizando hipoclorito de sodio y otros detergentes de forma regular en las granjas de animales como monos y cerdos. Ante la sospecha de cualquier brote del virus los animales deben ponerse en cuarentena o podrían incluso sacrificarse para evitar la transmisión a seres humanos.
  • Disminuir el riesgo de la infección humana: al no existir una vacuna para seres humanos ni tampoco un tratamiento específico contra la infección por el virus del Ébola la educación de la población en riesgo es un arma fundamental. Se deben implementar campañas de concienciación sobre los distintos factores de riesgo y las medidas de protección frente a ellos. Disminuir el contacto con animales salvajes que pudieran estar infectados como simios, monos y algunos tipos de murciélagos. Evitar el consumo de carne cruda.
  • Empleo de guantes y prendas protectoras para manipular animales.
  • Utilizar guantes, mascarillas y batas especiales para disminuir el riesgo de transmisión de persona a persona como consecuencia del contacto estrecho con personas infectadas, en particular con sus líquidos corporales.
  • Lavarse las manos frecuentemente, sobre todo después de visitar a familiares enfermos en el hospital, así como después de haber cuidado a enfermos en el hogar.
  • Difundir mensajes de información a la población sobre las características de la enfermedad y de las medidas de control del brote, en particular la inhumación de cadáveres.

Prevenir la infección del ébola en los centros de salud: esto se refiere al uso de medidas de aislamiento y utilización de equipos necesarios (guantes, tapabocas, batas) para reducir el riesgo de transmisión desde los enfermos hacia el personal sanitario, como médicos, enfermeras, así como técnicos de laboratorio que manipulan sangre y otros líquidos corporales de los pacientes infectados con el virus.