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La Demencia es la pérdida progresiva de memoria y del resto de funciones cognitivas, preservando el nivel de conciencia, pero con una evidente desadaptación del individuo a su entorno.

El diagnóstico suele darse cuando el paciente lleva unos tres meses presentando un conjunto de signos y síntomas que responden a estas alteraciones. Las demencias comprometen facultades intelectuales de los afectados como el lenguaje, la memoria y la destreza visuoespacial, así como su capacidad emocional y su personalidad.

La demencia es un trastorno relacionado íntimamente con la edad. Afecta al 2% de las personas a partir de los 65-70 años, y al 20% de los mayores de 80 años. La forma más común de demencia es la enfermedad de Alzheimer, que constituye alrededor de un 70% de todas las demencias.

Tipos de demencia:

  • Enfermedad de Alzheimer
  • Demencia fronto-temporal (o Enfermedad de Pick)
  • Demencia por cuerpos de Lewy
  • Demencia en la Enfermedad de Parkinson
  • Demencia vascular
  • Demencia multiinfarto
  • Enfermedad de Binswanger

Los principales síntomas que manifiestan la mayoría de las personas con demencia severa son:

  • Pierden la noción de su propia identidad y del tiempo.
  • Tienen alucinaciones y delirios, y a veces su comportamiento es violento. Esto se observa sobre todo en la demencia fronto temporal y en la demencia por cuerpos de Lewy.
  • No pueden realizar por sí mismos tareas habituales y sencillas.
  • Sus patrones de sueño se ven alterados, y se despiertan con frecuencia durante la noche.
  • A menudo sufren incontinencia.
  • Pueden tener problemas para deglutir.
  • Es difícil comunicarse con ellos porque no entienden el lenguaje, y hablan de forma confusa, o no utilizan las palabras correctamente.

El diagnóstico de demencia es principalmente clínico: es fundamental que el médico elabore una completa historia clínica, e indague sobre los posibles antecedentes familiares.

La pérdida de memoria es el signo temprano más habitual, pero suele achacarse a la edad o se infravalora su importancia, por lo que desde el comienzo de los síntomas hasta que el paciente es diagnosticado a veces llegan a transcurrir hasta dos años. Los familiares suelen ser los primeros en detectar que existe un problema, por eso es recomendable que consulten con un especialista si observan algún comportamiento sospechoso en sus seres queridos.

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