La ascitis es la acumulación de líquido en la cavidad peritoneal dentro del abdomen. Siempre que aparece una distensión abdominal que no se debe a gases u obesidad que se mantiene en el tiempo, hay que consultar con el médico cuanto antes, porque la ascitis nunca es normal y suele ser el reflejo de una enfermedad grave que hay que diagnosticar y tratar cuanto antes.

Un abdomen prominente que no se debe a obesidad, gases o embarazo, puede estar asociado a una ascitis o acumulación de líquido en la cavidad abdominal. La ascitis se produce por la retención de agua y sal en el cuerpo, con un acúmulo importante  dentro del abdomen, aunque también influyen las proteínas en sangre y en el líquido. El vientre va aumentando de tamaño cada vez más, hasta que la persona afectada presenta un abdomen distendido, como el de una embarazada al final de la gestación. Es una situación muy molesta, y además antiestética, que hace que algunas personas con ascitis masiva se sientan estigmatizadas.

Su causa más frecuente es la cirrosis hepática, que a su vez puede tener múltiples orígenes, aunque las más frecuentes son la cirrosis de origen alcohólico y la producida por las hepatitis B y C. Hay otras muchas enfermedades que la pueden producir, como algunos tumores, ciertas enfermedades infecciosas, enfermedades ginecológicas, problemas renales, y otras más raras como algunos procesos autoinmunes.

Las pruebas básicas para diagnosticar la ascitis son la analítica de sangre, la ecografía abdominal y el análisis del líquido ascítico.

La causa de la ascitis se puede tener otros muchos síntomas. La aparición de ascitis suele ser la primera descompensación de un paciente cirrótico. La cirrosis puede producir mucho cansancio, coloración amarillenta de los ojos y la piel, aparición de alteraciones en la piel como las arañas vasculares o la coloración roja de las palmas de las manos, aumento del tamaño de las mamas en los hombres, y la aparición de venas muy prominentes en la piel del abdomen.

En los casos de ascitis producida por un tumor maligno, ésta puede ser el primer síntoma, pero puede ser que haya otros dependiendo del tumor. Es frecuente que haya pérdida de masa magra (de la grasa y los músculos) aunque el peso no se vea muy modificado porque aumenta el líquido abdominal.

El tratamiento de la ascitis producida por cirrosis se basa en la disminución de la ingesta de sal a menos de 2 gramos al día. Los diuréticos como la furosemida y la espironolactona se utilizan a dosis crecientes para ayudar a eliminar el exceso de líquido. La ascitis tuberculosa se trata con medicamentos tuberculostáticos. En los casos en los que la ascitis es de tipo tumoral se suele utilizar quimioterapia.

La mejor forma de prevenir la ascitis es no beber alcohol en absoluto o al menos no beberlo en exceso para evitar el daño hepático y la cirrosis que produce. una vida sana con un consumo responsable o casi nulo de alcohol, la abstinencia completa de cualquier tipo de drogas, y el uso de preservativos en las relaciones sexuales que no sean con nuestra pareja estable, nos ayudan a proteger nuestro hígado para evitar la cirrosis y, en consecuencia, la ascitis, que no sólo es antiestética y molesta, sino también el reflejo de una enfermedad subyacente grave.

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