La práctica de ejercicio físico tiene un efecto beneficioso sobre la ansiedad y mejora el estado de ánimo.

Estos efectos se han observado en diferentes edades (niños, jóvenes, adultos y ancianos) y en ambos sexos.

Es importante que las personas que padezcan algún problema físico consulten con su médico acerca del ejercicio más adecuado.

Como norma general, se puede concluir que cualquier tipo de actividad física, por pequeña y corta que sea, resulta beneficiosa para nuestra salud. Se recomienda:

  • Que las personas practiquen actividad física vigorosa de forma regular.
  • Que realicen más de una actividad, practicando tanto ejercicios de tipo aeróbico (nadar, correr, ir en bicicleta) como anaeróbico (pesas, flexiones, estiramientos, etc.).
  • Es importante remarcar, a este respecto, que los estudios revisados consideran que el ejercicio físico de tipo aeróbico resulta más beneficioso en la reducción de la ansiedad que el anaeróbico.

Las actividades físicas elegidas deben ser agradables y placenteras, es el modo de conseguir que se practiquen de forma habitual.

Practicar ejercicio de intensidad entre moderada y elevada tres veces a la semana durante 30-40 minutos puede reducir el nivel de ansiedad.

Por ejemplo, ir caminando de forma rápida hasta el lugar de trabajo, o bajarse unas parada antes del autobús y realizar a pie el último tramo de nuestro recorrido. Esta actividad, que podría convertirse en una práctica habitual y saludable para nuestro organismo o con una tabla de ejercicios en casa mientras escuchamos nuestra música favorita. La idea principal que se pretende transmitir con estos ejemplos es que el ejercicio físico debe formar parte de nuestra vida cotidiana, y para ello nada mejor que intentar adaptarlo a nuestras necesidades y costumbres. Sólo de este modo conseguiremos practicarlo de forma regular.

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